domingo, 29 de marzo de 2009

Engáñame a mí también

No estoy enamorada de tí,
pero te regalaría mi primera sonrisa del día
sólo por saber a qué sabrá tu piel...

Tu arte al arrastrar palabras donde te escondes.
Sólo por los silencios que dejas caer entre tus secretos,
me dejaría engañar cada noche de mi vida.
Me dejaría besar, me perdería en tu boca.

Sólo quiero saber qué es estar muy cerca de tí,
que tus dedos manejen mi espalda.
Haz que crees, yo fingiré también,
que aunque mañana nos diga que ya todo acabó,
repetiremos cada vez que nos crucemos de nuevo.

Engáñame a mí también,
pero tropiézate conmigo.
Engáñame a mí también,
pero rómpete conmigo.
Engáñame a mí también,
tengo envidia de sus celos.

Tus ojos contienen a tu alma,
que no se escape más;
ciérralos ya o engáñame a mí también.
Miénteme cuando no esté contigo.

Engáñame a mí también,
hazme un sitio en tu recuerdo.
Engáñame a mí también,
tengo envidia de sus celos.

Droga para tus sentidos

Muchos recuerdos y una promesa...

Volver

domingo, 22 de marzo de 2009

2x1

Post- it

Domingo.

Sigo improvisando, en todos los sentidos. Es lo único que me salva de este caos.
Ya queda menos, no se cuánto... pero menos. Es curioso conocer el final de un libro y no saber en qué página está, te jode bastante la historia, pero lo que hay en medio no deja de ser interesante, incluso sorprendente. Hasta te hace dudar de cómo acabará realmente.

Lástima no poder contártela... dejaré que sigas pensando que llegaste a pasar todas las páginas.
Pero sólo te inventaste un final, y olvidaste el post-it casi al principio del libro.

domingo, 15 de marzo de 2009

4

Los días están contados, no hay más que temer...

domingo, 8 de marzo de 2009

28129

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, aunque aún era capaz de recordar cada detalle de aquel día.

Admito que mi inseguridad y yo estuvimos a punto de dar media vuelta. Sólo había sido un sueño, una estupidez… quizás debía esperar a tener las cosas más claras. Pero había algo que me decía que no me equivocaba, que ese sueño no fue casualidad, más que nada porque no creo en ellas. Era ahora o nunca.

No paraba de llover, pero ese día parecía no afectarme, es más, me gustaba, era reconfortante. La lluvia parecía limpiarme por dentro, me daba fuerzas.

Cuando quise darme cuenta ya estaba frente a la puerta. Respiré hondo. Pensé que aún podía marcharme… Pero no lo hice.

No fue él quien abrió. Estaba nerviosa, muy nerviosa, y se notaba. Apenas pude balbucear unas cuantas palabras desordenadas antes de entrar.

Llegué a la habitación. Segunda puerta, segunda duda. Entreabrí la puerta y me asomé con cuidado. Lo vi tumbado de espaldas, cubierto de mantas y un gran edredón, apenas se apreciaba su cabeza. Parecía estar dormido.

No me decidía a entrar. Eché un vistazo alrededor. Sobre el escritorio había un montón de fotografías, papeles arrugados y libros. Muchos libros. Pero me llamó la atención uno en especial, más pequeño de lo normal con la cubierta azul y las letras doradas. Sentí curiosidad…

- Puedes pasar...

Me estremecí al oír su voz. Sonó tan fría... Me quedé quieta, indefensa. Me entró miedo, y otra vez las dudas. Quise salir corriendo de ahí. Esto no era un sueño, era la vida real.

“¿Qué es lo que realmente deseas hacer? No lo reprimas. Olvida el miedo, olvida todo lo demás”.

Entonces avancé, dejé mi bufanda sobre la silla, me quité los zapatos, me metí en la cama y lo rodeé con mis brazos mientras me acurrucaba contra su cuerpo.
Él se giró y me abrazó con fuerza, como si llevara todo el tiempo esperando ese momento.

- Lo siento… - susurré.

Me abrazó aún más fuerte. Yo temblaba, no sé si del frío, de la fiebre, del miedo o de las lágrimas que intentaba contener inútilmente.

Pasó un largo rato hasta que dejé de temblar. Él no dejó de abrazarme ni un segundo.

- ¿Por qué...? - dije.

Se separó de mí un poco, lo justo para poder mirarme a la cara. Había algo extraño en sus ojos. Nunca los había visto brillar de esa manera… O quizás nunca antes me había dado cuenta.

- ¿Tienes miedo?

Me quedé pensado unos instantes… Algo había cambiado. Todo había cambiado.
Negué con la cabeza. Estaba segura.

- Me encanta ese brillo de tus ojos - me dijo - Siempre me ha gustado.
Sonrió.
Y de repente, lo entendí todo.

domingo, 1 de marzo de 2009

Tarde de domingo rara

Odio los domingos, todo el mundo lo sabe, la gente los domingos está gilipollas, y a mí me dan ganas de salir a dar patadas...
No sé qué tienen los domingos, pero me revolucionan, me da la vena de sinceridad, de agresividad, o de hiperactividad, me dejo llevar por impulsos de esos que nunca respondo, o me cabreo, cambio el chip, y te odio, te quiero, no te necesito, quiero estar contigo, no quiero hablarte, quiero que me hables, quiero mandarte a la mierda, quiero que me entiendas, no quiero que vuelvas, quiero que me dejes en paz, no quiero que me olvides, quiero olvidarte...

Qué locura, y ahora todo x2

Aquel día, fue un jueves, quizás si hubiese sido un domingo nos hubiera resultado más fácil...








Tarde de domingo rara... que el lunes quedará lejana...(8)